La oleada de
incendios que está afectando la zona centro-sur del país tiene su raíz en una
estructura productiva y formación social al servicio de dos grandes monopolios.
La deforestación
de los territorios en beneficio de las grandes empresas forestal que han
invadido nuestros territorios, generando monocultivos de pinos y eucaliptos
solo ha logrado la sequia terrestre no solo del suelo, sino además de los subsuelos
y capas subterráneas de nuestra tierra. De esta manera es imposible controlar
el fuego pues la sequia que responde no
solo a un cambio climático natural , sino provocado por las transnacionales
instaladas de norte a sur en este territorio.
La situación
es de extrema gravedad y si no somos capaces de mirar el fondo del
problema terminaremos encarcelando a los
mas pequeños provocadores de esta catástrofe, y a los verdaderos responsables los seguiremos
poniendo en los puestos de poder que se distribuyen en el e$tado.
No permitamos
que nos sigan asesinando en vivo y en directo por los grandes medios de desinformación
masivo, es tiempo de reaccionar.
Haciendo
Historia
El
Estado, a través del Decreto 701, desde 1974, ha financiado
una cantidad creciente de faenas propias de las plantaciones forestales, facilitando
su expansión. El beneficio de estas bonificaciones, directa o indirectamente,
ha terminado en las arcas del gran empresariado forestal. (Matte- Angellini,
responsables de la catástrofe medioambiental en el sur de $hile)
Desde hace décadas, las alteraciones
ambientales de la expansión de monocultivos forestales se evidencian en todo
nuestro territorio. Una de éstas es la escasez hídrica en que quedan los
terrenos sometidos a estas plantaciones industriales de árboles, los cuales
-por ser de rápido crecimiento- extraen grandes cantidades de agua para su
desarrollo, provocando una progresiva disminución en los cursos de agua, en las
napas subterráneas y en la humedad del ambiente. Otra alteración la representa la
combustibilidad adquirida por las zonas forestadas, si
se tiene en cuenta que, además de su sequedad, los pinos son especies altamente
resinosas que presentan compuestos inflamables como la trementina, mientras que
los eucaliptos presentan aceites inflamables como los terpenos.
En el actual contexto de cambio climático
global por emisiones antropogénicas de gases invernadero, donde se espera una
progresiva reducción de las precipitaciones en todas las estaciones a lo largo
de la sección sur de la Cordillera de los Andes, y donde además se proyecta una
intensiva degradación ambiental y pérdida de biodiversidad debido a los
impactos y el avance general del extractivismo a gran escala en la zona
centro-sur de Chile, uno de los peores modelos productivos que se puede
sostener en este territorio, son precisamente monocultivos altamente
demandantes de agua y recursos. Además de esto, es altamente probable que la
industria forestal en Chile no solamente no contribuya a la mitigación del
cambio climático como se autopromociona, sino justamente lo contrario: que
potencie directamente la catástrofe en curso mediante la degradación y
contaminación del suelo (principal reservorio de carbono); mediante las
actividades industriales de producción, transporte y distribución de pulpa de
celulosa y papel en el mercado global; con la contaminación de cursos de agua y
la consecuente privación de esta para comunidades humanas; y con la venta de
bonos de carbono que potencia la desregulación de la contaminación emitida por
grandes complejos industriales en el hemisferio norte y países del denominado
“primer mundo”, entre otras actividades e impactos de esta industria, aún no
suficientemente estudiados.
En la actualidad, tanto bomberos y brigadistas
de CONAF han reconocido lo dificultoso de su labor, entre otros factores,
porque no existen fuentes de agua suficientes para aprovisionar los equipos
destinados a extinguir los incendios.
Con el Decreto 701 y la permisión para
forestar indiscriminadamente bajo la falacia de control de la erosión y
recuperación de suelos, el Estado ha propiciado este desastre y es hora que se
implemente una política destinada a revertirlo, para lo cual el territorio debe
ser entendido y tratado como un espacio con un ecosistema degradado y frágil.
Debido a esto mismo, las prácticas desarrolladas en él deben ser coherentes con
criterios de reparación y
sustentabilidad. Esto implica que la industria forestal se debe retirar, pues
sus métodos convierten en inhabitables los espacios donde, hasta ahora, mal
viven nuestras comunidades.
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