Dos
figuras humanas bajan corriendo por un cerro. Una de ellas se llama Tamara.
Corre. Corre como huyendo de algo horrendo, pero cargando en la mirada la
serenidad del futuro. Tamara es socióloga de la Universidad de Chile,
tiene treinta años, el pelo lacio y castaño y cuando se ríe parece que la
alegría se le abre por toda la cara. Pero hoy no va riendo mientras corre. A su
lado la acompaña en carrera un hombre de facciones redondas y hondos ojos
grandes. Es José Miguel, aquel que años atrás viajó a Cuba con la intención de
estudiar Medicina. Pero no terminó su carrera, ya que el día en que un oficial
de la isla invitó a los estudiantes a unirse a la Escuela de Instrucción
Militar Camilo Cienfuegos, no lo dudó. De los treinta estudiantes que dieron un
paso adelante, sólo cinco se graduaron de fusileros, entre ellos el joven José
Miguel
Es el 27 de
octubre de 1988 y Tamara y José Miguel llevan a sus espaldas un enorme
contingente policial. Corren. Corren tomados de las manos y los
perseguidores parecen estar tan cerca que el aliento enemigo les entibia el
cuello.
Cerca del río
Tinguiririca, ni Tamara ni José Miguel van cansados. Hace diez minutos que
emprendieron cerro abajo, por el patio trasero de la casa en la que se
ocultaban de aquella persecución que se extiende desde el 21 de octubre, cuando
junto con otros militantes del Frente Autónomo asaltaron el retén de
Carabineros de Los Queñes, como parte del camino emprendido hacia a la “Guerra
Patriótica Nacional”, campaña en pro de la liberación total del país.
Lo que
no esperaban los jóvenes, era la muerte de un carabinero en el asalto y el
impresionante despliegue que se abrió tras los pasos del puñado de caras
envestidas de pañoletas.
Ni ella
ni él debían haber estado corriendo la mañana del 27 de octubre.
En calidad de jefes, el asalto al
pueblo de Los Queñes convenía ser ejecutado por otros combatientes. Pero José
Miguel y Tamara quisieron empuñar las armas y no quedarse sólo en la logística.
Cuanto más
grande significa la palabra amor en los rostros de aquellos que aman no sólo de
boca a boca, sino también de mano a mano, de puño a puño, de otro a otro.
Corren y es por eso, porque hace mucho decidieron que sus vidas les pertenecen
a los que no pueden correr.
El lecho del río
El 28 de
octubre de 1988, día en que José Miguel cumple 28 años, la comandante Tamara se
transforma en Cecilia Magni, cuando identifican el cuerpo femenino que bordea
la rivera del Río Tinguiririca. Dos días después, Raúl Pellegrin, el hombre
detrás del comandante José Miguel, es encontrado con la mirada blanca del agua. Tal
como Cecilia, Raúl lleva la cara mustia de la muerte y el cuerpo destrozado por
los golpes que les propinaron a ambos el día en que no pudieron seguir
corriendo, el día en que tumbaron a ese hombre y a esa mujer que llenaron la historia de este
territorio de Dignidad y valor.
Los 59
carabineros que participaron en el asesinato de Cecilia Magni y Raúl Pellegin
sabían perfectamente que ese hombre y esa mujer eran Tamara y José Miguel. “Bigote”, otro importante comandante del Frente los había delatado,
trazando frente a los ojos enemigos el camino que serpentearía la pareja.
Hoy 28
de Octubre del 2017 a
19 años del asesinato de nuestros hermanos la historia nos sigue diciendo que tenían
la razón.
Cuantos
debimos haber estado realizando tomas de cuarteles policiales, territorios y asumiendo la lucha real y concreta, esa que
no cabe en los grandes discursos.
Cuantos
debíamos haber empuñado las armas contra la traición de tantos y tantas que hoy
ocupan espacios de gobiernos, que se acomodaron en la “alegría” y que siguen
mintiendo en los territorios llenando nuestras calles de basura
electoralista de “izquierda”. M
Hermanos la lucha, la valentía , el honor y la
honestidad llevan vuestros nombres y están acá incrustados en nuestras vidas y
en nuestra historia,. Traspasaron banderas y orgánicas que nada tienen hoy que
ver con vuestra lucha.
Estamos
en pie de lucha con el ejemplo que Tamara y Raúl y tanto hermanos y hermanas dejaron en esta
historia que no olvidaremos y que seguirá Hasta Vencer
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